Las energías renovables, alternativas o limpias van más allá de la energía solar, eólica, uso de biogás, biomasa, entre otras. Se trata de todas las iniciativas y prácticas individuales o comunitarias, urbanas o rurales que buscan hacer frente a los impactos ambientales, económicos y sociales que genera el modelo de desarrollo industrial, es decir la producción a gran escala que busca satisfacer el consumo desmedido de productos.
¿Qué significa las energías renovables?
Son todas aquellas fuentes de energía que la naturaleza renueva constantemente como las plantas (reino vegetal), el sol, el viento o el agua. Con las tecnologías apropiadas, el ser humano puede generar el mecanismo para usar esa fuente y convertirla en energía. Ejemplo, molinos de viento, hidráulicos, paneles solares, biodigestores, entre otros.
¿Qué NO son energías renovables?
El petróleo, el gas y el carbón mineral (que proviene de la tierra), dado que estas no se renuevan, por el contrario, generan un gran impacto negativo en la naturaleza. A este tipo de fuente se le denomina combustible fósil, porque hace referencia a una sustancia que se encuentra en las capas terrestres, es decir, en el fondo de la tierra.
La primera energía de fuentes renovables que los seres humanos descubrieron fue el fuego con biomasa (madera). Luego sobrevino el uso de la energía eólica, con molinos de vientos usados para propósitos de la agricultura y así paulatinamente se fueron difundiendo nuevos descubrimientos para hacer la vida humana más fácil.
Acercándonos al sueño de Nikola Tesla: obtener energía gratuita para todo el mundo
En este camino, y luego de más de 150 años en los que el genio de la electricidad, Nikola Tesla, puso en conocimiento público su descubrimiento sobre la corriente alterna, la ciencia extractivista (la que saca del suelo el petróleo, carbón o gas y minerales como el oro, cobalto, cobre, entre otros.), que comenzó en 1849 con la extracción de carbón y 10 años más tarde con el petróleo, en Estados Unidos, inició el proceso de contaminación del agua, aire y suelo que desencadenó en lo que hoy conocemos como proceso acelerado del calentamiento global.
Aunque la idea de Nikola Tesla no se está proyectando como él la soñó, desde diferentes partes del mundo, han surgido iniciativas tecnológicas a nivel académico, de mercado y de gobierno para nutrir este proyecto global. Hoy, 92 países, de los 206 que existen, han progresado en su transición energética en los últimos 10 años, según el informe del Foro Económico Mundial de 2021 “Fostering Effective Energy Transition”.
“la ciencia no es más que perversión en sí misma a menos que tenga como objetivo último mejorar la humanidad”. Nikola Tesla
Las energías limpias son más que instrumentos y aparatos
Ha surgido en América Latina un movimiento denominado Transición energética Justa, impulsado por diferentes experiencias que reconocen las energías comunitarias como un “conjunto de conocimientos, prácticas y procesos de cambio en la producción y consumo de energías y alimentos que respetan todas las formas de vida presentes en el planeta y que aportan en la mitigación de la crisis climática y en la reconstrucción del tejido social”.
Algunas de las prácticas que aportan a fortalecer las energías comunitarias son:
- Red de Mingueros
- Prácticas de permacultura
- Tecnologías micro hidroeléctrica y solar
- Plantas de biogás con biodigestores
- Huertas comunitarias
- Cosecha de aguas lluvias
- Turbinas comunitarias para generar luz
Estas prácticas y tecnologías tienen además un impacto directo en el bienestar social, la salud pública, la seguridad social y la economía doméstica, dado que mejoran las condiciones de vida, fomentan el trabajo comunitario y la cohesión social.
Desde esta perspectiva, se valora la energía en su concepto más amplio, entendida como la capacidad que tiene la materia para producir trabajo, luz y/o calor. La apuesta de esta visión es aumentar la eficiencia en todas las actividades humanas como por ejemplo el trabajo cooperativo, adoptar hábitos que estén en armonía con el entorno natural y entender la felicidad como un estado del ser y no como lo explica Adela Cortina, como un estado transitorio de satisfacción mental.